La flexibilidad en el trabajo nos permite adaptar los horaris a nuestras circunstancias personales y trabajar (a veces) desde la comodidad de nuestro sofá, pero también pone en riesgo nuestras rutinas personales y de descanso. Hace unos meses ya hablamos de cómo disfrutar de la flexibilidad horaria sin agotarte en el intento, pero hoy traemos nuevas lecciones que aprendido en los últimos meses:
- Fija un horario de disponibilidad y respétalo
Ya sea desde casa o en la oficina donde trabajes, empieza a la hora a la que te hayas propuesto, aunque nadie te esté esperando. Al trabajar desde casa no hay nada peor que sentirte culpable por no estar trabajando. Si fijas unos horarios, podrás relajarte y descansar sin culpabilidades. Haz todo lo posible por apagar el ordenador a la hora a la que termina tu horario: planifica bien para terminar a tiempo y, si estás a media tarea, confirma que no hay problema por continuar al día siguiente.
- No mires los emails a menos que puedas responderlos
¿Sufres de adicción al correo electrónico? No desesperes. Prueba a abrirlo únicamente si estás en disposición de trabajar y responderlos. Olvídate de abrirlo antes dea costarte para saber qué te espera al día siguiente. No va a servir de nada y te va a impedir relajarte…
- Aprende a decir no
Hay mil razones por las que podríamos sacrificar una cena con amigos y quedarnos trabajando más horas: la necesidad de un nuevo cliente, el miedo a perder el trabajo, etc. Y a veces, vale la pena hacer un esfuerzo. Pero otras no. Pondera qué es mejor para ti y no tengas miedo a decir que no. Si no respetas las otras áreas de tu vida, el trabajo las invadirá.
La productividad es importante, pero ser feliz lo es más… ¡Esperamos con con estos consejos aproveches lo mejor de la flexibilidad y evites sus riesgos!
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